Más información sobre los calambres musculares.

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Los calambres musculares asociados al ejercicio son un fenómeno frecuente, especialmente en las competiciones. Tradicionalmente se ha pensado que sus causas son la deshidratación y las alteraciones en los electrolitos, sin embargo la investigación existente no parece avalar esta teoría.

Los calambres musculares son contracciones dolorosas, espasmódicas, involuntarias del músculo esquelético que se producen durante o después del ejercicio. Los investigadores señalan que el verdadero calambre se produce por una hiperactividad explosiva de los nervios motores e involucra una combinación de factores relacionados a la desinhibición espinal y a una excitabilidad anormal de las terminales de los nervios motores. Aunque lo realmente cierto es que la razón exacta de por qué los calambres ocurren con frecuencia durante el ejercicio sigue estando poco clara. Durante mucho tiempo se ha considerado como la causa principal a la deshidratación y el agotamiento de electrolitos, pero no hay investigación clara que apoye esta idea. Por el contrario, existe un mayor respaldo científico a que la causa responda más a factores neurológicos vinculados al funcionamiento anormal de mecanismos de retroalimentación dentro del músculo activo como resultado de la fatiga.

Las causas de la aparición de los calambres musculares que han sido propuestas son: acumulación de metabolitos que afectan la contracción, agotamiento de electrolitos, pérdida de volumen de fluidos y estrés asociado con condiciones medioambientales extremas de calor y frío. Sin embargo las investigaciones que existen publicadas al respecto no apoyan la idea de que estos factores sean las principales causas.

Pero aunque las causas aún no están claras, se ha comprobado que varios factores se correlacionan positivamente con un mayor riesgo de padecerlos: tener antecedentes de calambres, competir a un ritmo más rápido que el ritmo de entrenamiento. Los calambres parecen ser más comunes en los músculos biarticulares (por ejemplo gemelos e isquiotibiales). También se ha demostrado que los individuos que padecen calambres tienen una menor “frecuencia umbral” para sufrir calambres que los individuos que nos los padecen (la frecuencia umbral es la frecuencia mínima de excitación necesaria para estimular un calambre), lo que apoya la validez de la hipótesis de que existe un origen neurológico para los calambres.

Se deduce que una perspectiva de investigación reduccionista sobre los calambres musculares no sería la mejor metodología. Las investigaciones actuales no parecen permitir el hecho d que pueden existir varios mecanismos de desencadenan los calambres, y que la contribución relativa de estos factores puede variar entre los individuos y en función de las características de una determinada sesión de entrenamiento o competición.
Concluir que la fatiga muscular es lo que provoca los calambres durante el ejercicio es una respuesta probablemente demasiado simplista: el cuerpo humano es una máquina compleja, y un proceso corporal raramente puede ser reducido a una simple relación de causa/efecto que no esté influenciada hasta cierto punto por el individuo y las circunstancias especiales.

Considerando el hecho que se ha demostrado que la suplementación con electrolitos y carbohidratos alarga el tiempo hasta la aparición de calambres musculares, así como cuando considerados las décadas de “evidencia anecdótica” sobre la posibilidad de que una hidratación apropiada y una adecuada ingesta de nutrientes permitan evitar la aparición de calambres durante el ejercicio, es imprudente descartar el papel de la hidratación y la nutrición apropiada completamente aún no existiendo evidencia científica clara al respecto.
Igualmente, al no existir tampoco evidencia clara que apoye los orígenes neurológicos de los calambres, no debemos descartar la posibilidad de que el calor y la acumulación metabólica provoquen calambres.

Una posible idea sobre las causas de los calambres que podría ser analizada en investigaciones futuras es la inclusión de la idea de “dependencia de la tarea”, que abarca la idea de que “la fatiga no es la consecuencia de un solo mecanismo omnipresente, sino que puede ser inducida por una variedad de mecanismos”. Esta idea sugiere que las características del individuo y de la sesión de ejercicio podrían afectar los mecanismos que provocan la fatiga. Una perspectiva similar puede ser válida con respecto a los calambres durante el ejercicio.

En conclusión, las causas de los calambres durante el ejercicio son complejas y no han sido totalmente establecidas por los investigadores. Las teorías tradicionales como la deshidratación, pérdida de electrolitos, acumulación metabólica y acumulación de calor, serían las causas principales de la aparición de los calambres, aunque en función de la bibliografía disponible no se puede negar que tendrían un papel secundario. De todas las teorías conocidas, el origen neurológico está sustentado por una gran cantidad de bibliografía. La teoría del Origen Central es la más fuerte en este sentido: sugiere que un aumento en las señales aferentes de los usos musculares provoca un circuito de retroalimentación positiva en las neuronas motoras y provoca los calambres; el hecho de que el estiramiento pasivo alivie los calambres a través de la interrupción del circuito de retroalimentación positiva da sustento a esta teoría del Origen Central.

Hasta que contemos con investigación más detalladas sobre el tema, los atletas deberían asegurarse unos buenos tratamientos para los calambres: que comienzan la actividad suficientemente hidratados y alimentados, es decir, que practiquen buenos hábitos alimentarios, deben evitar los estiramientos pasivos antes de la actividad, deben ser prudentes y no “apurar el ritmo” mucho más allá del que han utilizado en entrenamientos, deberán realizar una puesta a punto la semana previa a la competición, y si se producen calambres, es necesario recordad que el estiramiento pasivo y el consumo de una bebida con fluidos /electrolitos probablemente aliviarán más rápidamente los calambres.

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