La fruta presenta un alto contenido de hidratos de carbono, frecuentemente como azúcares mono y disacáridos (glucosa, fructosa y sacarosa) que le confieren dulzor a las frutas. Cuanto más maduras son, mayor concentración de azúcares tienen. Además, contienen un importante aporte vitamínico (vitaminas A, C, B1, B2, B6, ácido fólico) y mineral (potasio, hierro, calcio, magnesio, sílice, zinc, sulfatos, fosfatos, cloruros) y fibra. La mayoría, además, tienen un alto contenido de agua que oscila entre un 80 y 95 por ciento. Poseen antioxidantes, flavonoides, terpenos, selenio, compuestos fenólicos y sustancias fitoquímicas.
Siempre que sea posible, consume la fruta fresca de temporada con piel y bien lavada, ya que así se conserva las vitaminas, la fibra y los minerales. Sin embargo, la fruta cruda presenta menor digestibilidad que la cocida. Una buena manera de aprovechar las frutas que estén demasiado maduras o estropeadas es cocinarlas y prepararlas en compota. La vitamina C se oxida muy fácilmente al contacto con el oxígeno, por este motivo, se aconseja consumir los zumos recién hechos.
En cuanto a la ingesta recomendada de fruta se debe tomar más de 3 raciones/día (120-200 g por ración). Por ello, una ración equivale a:
1 pieza mediana.
1 taza de cerezas o fresas.
2 rodajas de melón.